Papá y mamá, por su condición de hombre y mujer, aportan de forma distinta a los hijos en su desarrollo. Desde que nace un niño, cada padre por separado, pero complementariamente, ayuda a determinar procesos tan complejos como el ser persona y la identidad sexual. La madre tiene unas características propias, que complementa con su hijo.
Las características propias del ser humano, desde el lenguaje hasta los valores, se obtienen, en gran medida con el contacto con otros seres humanos. Es así como los padres contribuyen a desarrollar en los hijos su identidad, a reconocer en otros a personas similares a él y le proporcionan un mundo lleno de valores.
Estas son las particularidades propias de la madre, por su condición de mujer y de los papeles o roles que suele asumir en el seno de la familia y de la sociedad.
Solo por el hecho de amamantarlo, y estar dedicada al cuidado directo del niño, la mujer tiene una relación más física y afectiva con los hijos. Además, tiene mayor facilidad para la comunicación verbal y para compartir intimidad. De ahí que sus relaciones tiendan a ser más expresivas. Por ello, además, sirve de puente con papá.
En cuanto a los problemas, los analiza desde el punto de vista afectivo. Si un hijo llega con malas nota, trata de averiguar qué está ocurriendo en el colegio, etc.
De la madre se suele aprender a través de la convivencia diaria: mientras ordena, baña a los niños, ayuda con las tareas, va de compras… ella transmite una forma de ver el mundo.
Las madres, especialmente, cuando el hijo es chico, éste puede tener dificulta para construir vínculos amorosos con otras personas. Puede costarle entregar cariño, ser inseguro y mostrarse necesitado de un lazo que lo contenga. Al analizar casos de consumo de alcohol y drogas, es frecuente comprobar que ha habido una madre ausente.
En su proceso de identificación como hombre, es necesario que la madre lo apoye. El niño tiende a adoptar el rol del papá y ella proyecta en él el rol de marido. Así, por ejemplo, le pide que arregle el enchufe, que acarree algo pesado, etc.
En esta diferenciación de roles es importante enseñarle a tomar conciencia de sus limitaciones y riesgos.
Clichés como “los hombres no lloran” y “a las mujeres no se les pega” no contribuyen a hacer un hombre e verdad. Igual que el exceso de exigencias sobre lo que es ser hombre lo puede llevar a considerarse como tal si es cruel o violento. Dependiendo de cómo la mamá lo trate lo ayudará a tener una sensibilidad propia.
Los niños le exigen más de la madre que las niñas porque son más activos y transgresores de normas. Debe adaptarse a estas conductas, como permitirle jugar más afuera, etc.
El niño tiene un rol activo en su identificación sexual. Desde muy chico elige su ropa y juegos según sean “de hombre”. Pide gestos de la madre en esta búsqueda de su masculinidad: frases como “es el hombre de la casa”, comprarle rapa masculina, etc. Aunque se puede considerar absurdo, el transgredir normas culturales, como ponerle una ropa más “femenina”, lo hace sufrir.
Al felicitarlo en su trabajo o en sus destrezas deportivas, manuales o tecnológicas se le hace más atractivo como modelo para el niño.
Por: Cecilia Fontaine | Asesores: Malva Villalón y Sergio Canals, Psiquiatras.