Marta Ivelisse Vélez |
Redactora de Pediatría y Medicina de Familia |
Es importante ayudar a nuestros hijos a que entiendan la importancia de retribuir, compartir y de ser generosos. Si nosotros (como padres) somos generosos en frente de los niños, ellos aprenderán a dar con más facilidad.
Los niños son más generosos cuando otros se dan cuenta de sus acciones
Los investigadores hicieron un experimento en el cual niños de 5 años fueron evaluados con sus compañeros bajo diferentes circunstancias de transparencia y de personas presentes (por ejemplo, si otros podían ver el contenido del recipiente). Instalaron una máquina de calcomanías (etiquetas engomadas) que en algunas configuraciones del estudio de investigación eran transparentes (el niño que daba y el niño que recibe podían ver cuántas calcomanías se podían repartir) y otras configuraciones en donde sólo el niño que daba las calcomanías sabía cuántas calcomanías podía dar. Hubo niños dando calcomanías en ambas configuraciones (transparentes y ocultas) que podían o no ver al que las recibía.
Los resultados fueron sorprendentes: los niños eran generosos sistemáticamente sólo cuando el receptor y la audiencia eran plenamente conscientes de las opciones de donación (4 calcomanías en vez de una, por ejemplo). Los niños no eran nada generosos cuando el destinatario de las calcomanías no tenía forma de ver las opciones. Tener un público presente (ver al destinatario) y tener transparencia referente al número de calcomanías disponibles afecta las decisiones de los niños al momento de dar. Los investigadores escribieron: “uno de los aspectos más llamativos de nuestros resultados fue que los niños eran muy poco generosos con la tarea que tenían que hacer. De hecho, los niños sólo mostraron buen comportamiento social de una manera constante cuando veían al destinatario y las cantidades a repartir eran totalmente visibles; en todas las otras configuraciones del experimento, los niños eran estadísticamente ‘no generosos’, dándole al destinatario la menor cantidad de calcomanías posible”.
Los investigadores concluyeron que los niños son diferencialmente generosos dependiendo de lo que el destinatario sepa sobre cuánto se le puede dar y si otras personas están presentes para observarlo. Básicamente, los niños son generosos cuando aquellos que necesitan saben cuánto tienen ellos para dar. Parece que cuando los niños pueden ocultar su “riqueza”, no dan tanto como pueden. Cuando sus amigos pueden ver sus opciones, los niños darán a otros compañeros mucho más.
A una edad muy temprana, los niños están aprendiendo a posicionarse socialmente. Mucho antes de que entiendan sobre la sociología de sus conexiones y qué sepan que significa la reputación social (normalmente alrededor de los 8 años), ellos piensan estratégicamente en dar como una función de ganar una reputación frente a un compañero, de ser un ciudadano generoso o un agente de conducta pro-social cuando el que recibe los observa.
Cómo fomentar la generosidad a una edad temprana
Debemos admitir que la generosidad de los niños está influenciada si se les observa y se percibe. Con frecuencia los niños piensan en dar en términos de competencia.
Se sabe que cuando de competir se trata, los niños son menos generosos. Así como los adultos. Por lo tanto, podemos ayudarle a los niños dejándoles saber cuándo se trata de competir y cuando no. Si en un partido de fútbol no hay recuento de goles, dígaselo a los niños de manera que lo entiendan. Permítales aprender a pasar la pelota y a compartir con sus compañeros de equipo desde el comienzo y con frecuencia. Cuando están listos para competir, hágaselos saber claramente. Pero permita que las situaciones para jugar y para dar no sean con el fin de ganar también.
Los niños modifican su comportamiento en respuesta al público o audiencia que tengan presente. Ayude a los niños a dar a los demás en presencia de todos (donaciones para una escuela o comedores de beneficencia; envíos de alimentos a familias necesitadas) y en privado o anónimamente también (dejando regalos o sorpresas para aquellos que forman parte de su vida sin firmar con su nombre).
Debe recordarle a los niños que las notas de agradecimiento son encantadoras pero no es necesario recibirlas. De adulto, he oído con frecuencia a la gente quejarse de no haber recibido una nota de agradecimiento. Es como si la razón para dar un regalo fuera recibir agradecimiento o reconocimiento en vez de proporcionar algo maravilloso a otra persona. Cuando damos regalos o prestamos ayuda a los demás, trate de que los niños entiendan por qué lo hacemos — para brindarle algo a otra persona. Realmente no hay necesidad de recibir reconocimiento. Cuando no llega una tarjeta de agradecimiento, eso no hace del regalo algo menos valioso o significativo para aquellos que tuvieron la suerte de recibirlo.