Redacción Pediatría y Familia
Uno de los procesos más evidentes del crecimiento, sin duda, es la transición que debe hacerse del pañal al baño. Sin saberlo, la preparación para esta etapa la realizamos desde que el bebé sigue siendo muy pequeño, cuando le explicamos las rutinas que realizan niños y adultos. Por ende, asociar este nuevo cambio al crecimiento y las maravillas que representa, son una motivación para los niños.
Aunque enseñar al niño que debe avisar cuando necesita ir al baño, adquirir el control de sus esfínteres o los procesos de higiene que nos mantienen con buena salud, requieren de paciencia y tiempo; no hay una mayor satisfacción cuando una mamá o un papá descubren sorprendidos que el niño logró este importante avance. Esto, le da una mayor independencia al pequeño y a los padres o cuidadores, les permite usar el tiempo del cambio de pañal en otras labores.
Trucos para un proceso exitoso
Por lo general, la transición del pañal al baño se lleva a cabo cuando el niño ronda los 2 y 3 años de vida. Durante este proceso, la mayoría de familias adquieren al mejor compañero para esta etapa: el orinal, también conocido como bacinilla. Además de ayudar a evitar cualquier accidente, son el primer acercamiento que tienen los pequeños al baño.
Para hacerle saber al niño que ya debe despedirse de los pañales, los padres deben explicarle de forma amigable y paciente que ya no será posible. Esas ocasiones se aprovechan para presentar el orinal al niño mientras le explican que ese será su lugar para ir al baño. Si al pequeño le cuesta, los padres pueden sentar al niño varias veces durante el día, procurando coincidir con los horarios del pequeño.
También se aconseja, no situar el orinal en espacios diferentes al baño. Si al niño desde el primer momento se le enseña que el orinal es el baño de los niños, mientras se ubica este dispositivo en un baño común, le será más fácil comprender y asociar la función del orinal. Incluso, se sentirá más cercano a las rutinas de las ‘personas grandes’.
En la actualidad, los modelos de orinales son innumerables. Algunos traen música y canciones que los distraen -en caso de que permanezcan mucho tiempo-, otros son de colores llamativos y un buen número están diseñadas para evolucionar de acuerdo con la etapa del niño.
Lo más importante es encontrar la opción que más nos interese y mantener una rutina que ayude al niño con este proceso.