Las destrezas sociales de los más chicos, a las que muchas veces los padres no prestan demasiada atención –sobre todo en esta época cibernética- y que pudieran pensar que se desarrollan en el aula, son tan importantes en el ámbito familiar como fuera de casa, y muchas veces pueden determinar los logros futuros de ese menor.
Y es que cada vez más, el desarrollo temprano de vocabulario y de relaciones interpersonales está reñido con la interacción con aparatos electrónicos que ofrecen juegos y diversión por largas horas, que no viabilizan que socialicen con sus pares ni con la familia dentro de casa.
Sin duda, una tableta, un teléfono celular o la pantalla de la televisión, pueden cautivar y robar horas a los niños. Esto es más común entre los niños latinos y los afroamericanos de las edades de 0 a 8 años, en comparación con niños de la raza blanca, según un estudio publicado por Common Sense Media, una organización son fines de lucro, con sede en el estado de California.
Expertos recomiendan que los padres y cuidadores deben tener presente la necesidad de desarrollar la comunicación, tanto verbal como visual, la interacción entre los niños y con adultos, así como a reconocer el lenguaje corporal y las emociones que se expresan a través del tono de la voz.
Los niños imitan a sus padres
Ante la realidad de que los artefactos tecnológicos conquistan la atención de los pequeños, el hecho de que para los padres pueda ser además de una herramienta de contacto con familiares y amigos un instrumento de trabajo que siempre esté presente, son éstos quienes deben establecer límites, sobre todo con su ejemplo.
Así las cosas, es recomendable establecer horarios, observar etiquetas sociales, como no distraerse con el teléfono mientras se dialoga con otra persona o incluso con ellos, o cuando la familia está sentada a la mesa, ya que hay que demostrarles con hechos que el contacto con las personas es más importante que el uso del equipo tecnológico.
Aprender jugando
A través del juego, los niños aprenden.
Acciones tan básicas como jugar a ver por cuánto tiempo ellos pueden mantener contacto visual con un miembro de la familia, es un modo de evaluarlos, y enseñarlos a que miren a otras personas a los ojos.
Jugando se les muestra que mediante la mirada es posible conocer un poco más al interlocutor, así como las emociones que experimentan en ese momento.
Otro ejercicio es realizar una dinámica de preguntas y respuestas. La primera vez que responde, lo hace mientras mira al suelo. La segunda vez, los mira directamente a los ojos. Definitivamente, la segunda manera debe ser su preferida.
Además, puede escoger una película o programa de televisión para realizar un ejercicio en el que el niño aprenda a descifrar cómo se sienten los personajes a través de sus expresiones faciales; la comunicación no verbal.
Además de preguntar cómo cree que se siente el personaje, puede hacer una serie de preguntas que invite al niño a conversar y analizar la situación. Hasta puede terminar en una pequeña sesión de teatro para toda la familia en la que cada cual imite algún personaje o escenifique alguna historia corta.
La cena o el almuerzo de fin de semana puede representar una gran oportunidad para el intercambio y la comunicación familiar. Una en la que se escuchen, se interesen por los asuntos de los demás y hasta hablar de un país o un lugar que les gustaría visitar o una actividad que les gustaría compartir.
Salir a comer fuera o de compras es otra oportunidad para que los chicos desarrollen sus destrezas de comunicación. Preguntar por algún artículo, ordenar la comida, son situaciones a las que pueden ser expuestos y que sin duda, les ayudarán en muchas situaciones a lo largo de su vida.
El vecindario es otro lugar idóneo para desarrollar esas destrezas y mantenerlos lejos de los aparatos electrónicos. Que invite por sí mismo a algún amigo al parque o a jugar en casa. O que juegue a ser el anfitrión, para que deje a un lado la timidez, es otra gran ayuda que sólo requiere tiempo y dedicación de parte de papá y mamá.