Sin duda, la mejor forma de terminar la semana es en espacios que nos relajen. Y ni se diga cuando se habla de niños, quienes cada vez tienen menos tiempo libre para aprovechar en actividades fuera de casa. Aunque no se tiene mucho en cuenta o se deja pasar, creyendo que no tiene mucha importancia o influencia, se debe tener en cuenta que los juegos son primordiales para nuestros hijos.
Como hemos mencionado en otros artículos, los beneficios del juego no se limitan al aspecto de la salud física. También inciden en la salud emocional y psicológica. A través del juego, los niños aprenden valores y comportamientos positivos para nuestra sociedad, interpretan diferentes roles que los ayudarán más adelante en su futuro. Y no solo eso, por supuesto les quita el estrés.
Para los especialistas, no es desconocido que este trastorno afecta a los pequeños. El hecho de que un niño sea niño, no quiere decir que en su cotidianidad no tenga algunas preocupaciones, por supuesto condicionadas a su edad. Por ese motivo, te presentamos algunos juegos que pueden hacer en familia para pasar un día agradable y cargado de emociones positivas.
Juegos imperdibles para una tarde en el parque
1. El trenecito: Para este juego se necesitan varios niños. Éstos deberán desplazarse por un camino preparado con pequeños obstáculos que deberán superar juntos para seguir avanzando. A medida que se completen las pruebas, se pueden añadir otras dificultades: hacer el recorrido con las manos atadas, en un solo pie o a una velocidad determinada. Esto, además de divertirlos, fortalece diferentes habilidades cognitivas.
2. Los trapecistas. Para este juego necesitarás una cuerda o un pañuelo muy largo que puedas usar como cuerda. Debes extender la cuerda en el suelo y hacer creer a los niños que son trapecistas. Incluso, puedes hacer tu propia demostración. La idea es que caminen sobre la cuerda, haciendo equilibrio, sin poner ningún pie en el suelo. Así fortalecen su concentración y equilibrio.
3. 4. El cangrejo. Los niños deberán ponerse de rodillas uno detrás del otro, y tomarse por los tobillos. Al ritmo de la música, los niños deberán andar a gatas… ¡hacia atrás! Cuando la música suene más alto, deberán moverse más rápido y cuando baje su volumen, avanzar con mayor lentitud.