Protege a tus niños del neumococo, causante de meningitis y pulmonía

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Cumplir con las visitas periódicas al pediatra es esencial para evitar la transmisión de enfermedades contagiosas que pueden poner en riesgo la salud y vida del niño. Una de estas enfermedades es la invasiva por neumococo.

De origen bacteriano, es transmitida por más de 90 cepas o serotipos (sub-poblaciones de la bacteria neumococo), que son de fácil contagio.

Una vez ocurre, la enfermedad se puede manifestar de distintas formas. Detalla la doctora Glory M. Serrano Rivera que estas manifestaciones incluyen “la pulmonía, meningitis, infecciones de oído (otitis), infecciones de garganta y en sangre (bacteremia) y sinusitis”.

“Las más severas son la pulmonía y la meningitis. En esta última los niños pueden quedar con secuelas y en seis de cada 100 casos contagiados puede ocasionar hasta la muerte,”. Entre los que sobreviven, la mitad quedan con daños neurológicos permanentes.

Los niños, y particularmente los bebés, son especialmente vulnerables a la enfermedad invasiva por neumococo. Si existen factores de riesgo como: bajo peso al nacer, nacer prematuro, ser cuidado en un centro, o tener hermanitos mayores en estos centros, el peligro de contagio aumenta. También, el no estar vacunado o padecer de una enfermedad crónica coloca a ese bebé en riesgo.

La bacteria neumococo se contagia fácilmente de persona a persona. “Si una persona infectada estornuda o tose, las gotas del estornudo entran al organismo del niño a través de la inhalación y se adentra en los órganos”.

Los síntomas de una meningitis, la manifestación más severa de la enfermedad invasiva por neumococo, pueden ser difusos, y confundirse con otras enfermedades y especialmente con procesos catarrales. De ahí la importancia de acudir al pediatra a tiempo.

Algunas señales de una complicación o de una infección que va más allá de un catarro incluyen “fiebre, vómitos, irritabilidad, pasar mucho tiempo dormido (letargo) o padecer de una tos persistente”. En la meningitis, por ejemplo, puede observarse una rigidez en el cuello y “desorientación en el estado mental. Según pasan los días, la situación empeora”.

Desde que ocurre el contagio hasta la manifestación de los síntomas transcurren de uno a tres días. Ante cualquier sospecha de que el bebé pueda estar padeciendo de algo más que un catarro, se debe acudir a consulta durante las primeras 24 horas luego de surgidos estos síntomas.

En esta visita médica, y con el fin de diagnosticar el contagio, se llevan a cabo laboratorios clínicos para cultivos de sangre y placas. En caso de que se sospeche la presencia de meningitis, se hace un cultivo de líquido espinal.

La pulmonía, en particular, es revelada en la placa. Otros microorganismos son más difíciles de identificar mediante cultivo, pero el tratamiento comienza a llevarse a cabo durante la consulta. “Si la pulmonía es severa o si surgen cambios hacia una meningitis el niño debe ser hospitalizado lo antes posible”.

Con la terapia acertada, los síntomas de una pulmonía mejoran en un espacio de 24 a 48 horas sin secuelas. En la meningitis el paciente tiene una estadía hospitalaria más larga. Entre las secuelas que pueden quedar figuran “pérdida de audición, problemas de aprendizaje y retraso mental” De ahí la importancia de iniciar el tratamiento lo antes posible.

Por naturaleza “los niños se enferman. Durante los primeros tres años de vida son claves las visitas regulares al pediatra”, incluso estando sano el bebé (well baby visits).

La doctora Serrano menciona la importancia de la vacunación, como “un arma de prevención sumamente poderosa. Hay que ser consistente, y seguir el calendario. Los adultos a cargo del niño también deben vacunarse, ya sean las abuelas, los cuidadores de centros, los cuidadores particulares, y los maestros”.

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