Por: Redacción Pediatría y Familia
Una de las enfermedades a las que más temen los padres es la poliomielitis o polio, debido a las devastadoras consecuencias que produce en los niños si no se trata a tiempo. Pese a que la enfermedad se encuentra erradicada en gran parte del mundo, los países subdesarrollados o con un limitado acceso a fármacos todavía presentan un gran número de casos de esta enfermedad.
De acuerdo con la OMS, se ha erradicado en un 99% la enfermedad alrededor de todo el mundo. Sin embargo, no quiere decir que se baje la guardia frente al tema, ya que es una patología que afecta especialmente a los menores de 5 años. De ahí que los especialistas insistan en seguir el calendario de vacunas para mantener al niño protegido de cualquier agente externo que deteriore su salud.
De acuerdo con los pediatras, la poliomielitis es una enfermedad contagiosa producida por el poliovirus, un virus que destruye el sistema nervioso del infectado. Se transmite directamente por contacto con agua contaminada (sobre todo con heces), falta de lavado de manos tras ir al baño o por el consumo de alimentos o sustancias contaminados por el virus. Se debe tener en cuenta que, la poliomielitis tiene dos variantes de desarrollo. De éstas, la más común (95% de casos) no manifiesta ningún síntoma. El porcentaje restante es el que sufre la variante más agresiva de la enfermedad.
Tipos de poliomielitis
En la actualidad se reconocen varios tipos de poliomielitis, asociados con la manifestación de la enfermedad. Si se trata de poliomielitis asintomática, el afectado no mostrará signos de contagio pero sí las consecuencias directas. En el caso de poliomielitis sintomática, los médicos reconocen tres formas de manifestación:
– Poliomielitis abortiva: Desarrollo leve de la enfermedad, ya que los síntomas pueden confundirse con los de un resfriado común: fiebre, cansancio, dolor de garganta e infección leve del sistema respiratorio. Muchos afectados ni siquiera notan que se trata de un caso de poliomielitis y se recuperan totalmente tras unos días de haber contraído el virus.
– Poliomielitis no paralítica: Además de manifestar los síntomas de la poliomielitis abortiva, los niños que padecen este tipo de polio también se identifican porque luego del malestar inicial sufren de rigidez en el cuello y columna, dolor muscular en las extremidades y en el cuello y tronco. De hecho, solamente entre el 1 – 5% de afectados manifiestan estos síntomas neurológicos, según se afirma en el portal web Kidshealth.org.
– Poliomielitis paralizante: En este tipo de poliomielitis, de acuerdo con KidsHealth.org, el virus sale del tracto intestinal e ingresa en el torrente sanguíneo, por lo que ataca los nervios. Como consecuencia se produce parálisis muscular, parálisis de la vejiga y los síntomas manifestados en las dos variantes ya descritas. Este es el tipo de poliomielitis más peligroso puesto que puede causar parálisis permanente o incluso, llevar a la muerte (aunque en un mínimo de casos).
Aunque la enfermedad se considera erradicada en muchos países, en Estados Unidos todavía se vacuna a los niños contra la polio en las siguientes edades: 2 meses, 4 meses, entre los 6 – 18 meses y entre 4 – 6 años. De esta manera, la población infantil permanece inmunizada ante el poliovirus y se evitan riesgos.