La hernia umbilical es un defecto del cierre de la pared abdominal anterior, que resulta en la protrusión del contenido intestinal a través del ombligo.
Es la patología más frecuente en lactantes; se estima que se encuentra presente en un 10% de todos los recién nacidos sanos, aunque su frecuencia aumenta en casos de prematurez, recién nacidos con síndrome de Down, hipotiroidismo, etc.
Luego del desprendimiento del cordón umbilical, alrededor de los 5 y 15 días de vida, se identifica como un pequeño “bulto” a nivel del ombligo, del tamaño de una cereza, que no causa dolor y es fácilmente reducible. Lo que suelen mencionar los padres en consulta es que este “bulto” aumenta de tamaño con el esfuerzo del niño al llorar, defecar o toser.
La buena noticia es que este defecto resuelve espontáneamente, por lo que 8 de cada 10 hernias umbilicales se cierran solas, durante los primeros 4 años de vida. Por ende, no se considera necesario llevar a todos los niños a cirugía salvo en casos especiales en que el tamaño de la hernia sea mayor a 1.5 cm.
Es por esto que, se recomienda tranquilizar a los padres, continuar la higiene adecuada del ombligo y realizar seguimiento periódico con su médico.
Redacción Pediatría y Familia