Sorprendentemente, cualquier pequeña diferencia con respecto al tiempo normal de un embarazo a término completo (sobre 40 semanas) puede tener consecuencias.
Los bebés nacidos por cesárea sin haberse iniciado el parto no realizan la transición al mundo exterior con la misma facilidad que en los casos en los que el parto sí se ha iniciado.
Estos bebés tienen una mayor tasa de ingreso en unidades neonatales por problemas respiratorios, incluso después de tener en cuenta otros factores de riesgo.
Cada semana de adelanto con respecto al parto a las 40 semanas prácticamente duplica el riesgo de ingreso en unidades neonatales.
En la actualidad se recomienda valorar los riesgos del parto junto a los riesgos de falta de madurez para establecer la fecha del nacimiento, así como no dar a luz demasiado pronto a menos que sea médicamente necesario.
Algunas de esas consecuencias pueden modificarse mediante esteroides.
Nuestros cuerpos producen esteroides de forma natural, también los de los bebés. Conocidos también como “hormonas del estrés”, son especialmente importantes para garantizar la maduración pulmonar durante el nacimiento.
En ocasiones, los esteroides que se le dan a la madre pueden engañar al bebé para que “prepare un plan de escape” y tenga los pulmones listos para el parto antes de que ocurra.
Independientemente del nacimiento prematuro, los investigadores están analizando en profundidad si existe alguna consecuencia a largo plazo en la salud o el desarrollo.