Estudio cuestiona eficacia de la Educación Sexual en las escuelas

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Estudio cuestiona eficacia de la Educación Sexual en las escuelas

Carlos Lugo Marrero
Por: Redacción Pediatría y Familia

-A juicio del análisis, el currículo de Educación Sexual “no ha logrado llevar un mensaje claro a la matrícula” o, al menos, “no han llegado a los participantes como se espera”-

Un nuevo enfoque en la manera en que el Estado educa sexualmente a los estudiantes de las escuelas públicas del país parece ser el reclamo de adolescentes entre las edades de 11 a 17 años, de acuerdo a un estudio publicado en la Revista Pediatría y Familia y Pediatría y Medicina de Familia.com.

Los participantes en la investigación denominada “Creencias de los Adolescentes acerca de la Abstinencia Sexual como Método de Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual”, a cargo de miembros de la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, han cuestionado la efectividad del currículo de Educación Sexual del Departamento de Educación.

“La alternativa real no es seguir promoviendo la abstinencia sexual solamente, sino darles todas las herramientas para que puedan tener una vida sexual sin temores o riesgos”, sugiere el documento en respuesta a las exigencias y opiniones del grupo de participantes.

Para el estudio, los investigadores escogieron dos escuelas del municipio de Guaynabo, Puerto Rico, por contar este municipio con una de las tasas de natalidad bruta más bajas del área metropolitana, pero más alta comparada con el resto de la Isla, y, además, por tener una población adolescente elevada, particularmente femenina.

Se establecieron cinco grupos focales con adolescentes (uno por grado académico y por sexo del participante). Cada grupo focal estuvo compuesto por un mínimo de cuatro estudiantes y un máximo de nueve, entre los 11 y 17 años de edad, y una media de 15 años.

Entre los jóvenes aparenta haber poco conocimiento sobre las relaciones sexuales, las cuales definen y limitan al contacto entre dos personas, según la investigación. Por ejemplo, para los jóvenes la abstinencia se limita a “no tener sexo, pero aparentan desconocer que este concepto implica no involucrarse en alguna clase de contacto genital o estimulación sexual antes del matrimonio.

Por tanto, a juicio del análisis, el currículo de Educación Sexual “no ha logrado llevar un mensaje claro a la matrícula” o, al menos, “no han llegado a los participantes como se espera”. Esto lo parece ratificar la respuesta de una de las jovencitas participantes, quien dijo que “solo nos dicen que no lo hagamos, pero no nos enseñan”.

De manera que, en lugar de promover la abstinencia en el modelo de enseñanza sexual en las escuelas del país, el Estado debería enfatizar en educar a la población estudiantil sobre técnicas anticonceptivas y programas para evitar riesgos de contagio a enfermedades de transmisión sexual (ETS), según surge por voz propia de los estudiantes.

Los participantes entienden que abstenerse es la mejor forma de prevenir el contagio con ETS, pero también dejan claro que desean recibir más información de otros métodos de protección. Una de las adolescentes fue más categórica en sus planteamientos y pidió que se les enseñara a usar profilácticos “para que no se nos pegue una enfermedad de esas”.

“Esto difiere con los defensores de los programas de abstinencia solamente, quienes insisten en que la enseñanza de anticoncepción y el uso de condón puede animar a los adolescentes a participar de una conducta sexual peligrosa”, reza el estudio.

Los alumnos indicaron que reciben la mayoría de su educación sexual en la escuela y la familia; sin embargo, aclaran que también reciben información de parte de sus amigos y los medios de comunicación.

Según el estudio, los temas de índole sexual apenas se tratan en sus hogares y cuando lo hablan en familia, usualmente es con “primas, tías o hermanas”. Inclusive, se notó cierto grado de timidez al contestar: “mis papás no hablan conmigo de eso”. No obstante, al ser consultados sobre si el sexo es tema de conversación entre sus amistades, tanto féminas como varones respondieron que “siempre están hablando de eso”.

Acerca de la edad para iniciar las relaciones sexuales, algunos contestaron que “no importa la edad, 18 ó 16, es cuando sientas que estás preparado”. Curiosamente, los jóvenes manifestaron que la posibilidad de contagiarse con una enfermedad de transmisión sexual o el potencial de embarazo, podrían ser factores que evitarían que se involucraran en actividades de índole sexual.

Otro elemento que los disuadiría son: no terminar los estudios, el temor a la reacción de sus padres y que puedan ser “botados de su casa”.

Otra distinción que merece la pena destacar es que cuando se les preguntaron las razones para practicar la abstinencia, las respuestas variaron, siendo algunas tan originales como “por miedo a engordar”, mientras que otros respondieron tajantemente que “no se abstendrían por nada del mundo”.

Uno de los valores del estudio es que, a pesar de la limitación respecto a la cifra de participantes, permite ver el alcance de los actuales modelos de enseñanza desde el exclusivo punto de vista de quienes lo reciben, ya que esta vez son los propios estudiantes quienes evalúan el material pedagógico que reciben o dejan de recibir en sus planteles escolares.

Esto, a juicio de los investigadores, podría servir de base para establecer nuevos programas de educación sexual en las escuelas del país.

“La información obtenida ayuda a establecer un perfil de esta población estudiantil en cuanto a educación sexual se refiere y de las sugerencias de cambio que la muestra sugiere para mejorar el contenido de educación sexual en el currículo escolar”, dice el estudio.

El estudio no menciona nada sobre la formación para los docentes respecto al tema, con el objetivo de cualificarlos para la tarea encomendada.

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