En los bebés que nacen con lengua atada, la delgada tira de tejido que conecta la parte inferior de la lengua con la boca está inusualmente apretada. Esto significa que en lugar de descansar sobre el techo de la boca, la lengua está atada al suelo de la boca, lo que puede impedir que los bebés se alimenten correctamente.
Se cree que la afección es genética y se conoce desde hace milenios, pero puede ser difícil de diagnosticar. En Estados Unidos, alrededor del 8 % de los niños menores de un año la padecen, según una revisión publicada en 2020.
Expertos dicen que la conciencia sobre este problema ha aumentado en todo el mundo en los últimos años, y algunos países han visto un aumento de más de 10 veces en los casos diagnosticados.
En EE.UU., tanto el número de diagnósticos de anquiloglosia como el de cirugías para aliviarla se han disparado. Sin embargo, todavía hay familias que sufren años de dolor y estrés causados por una falta de diagnóstico.
En países en desarrollo como India, los proveedores de atención médica pueden enfocarse en combatir las amenazas más inmediatas para la salud de los bebés, como las infecciones y, como consecuencia, esta afección pasa desapercibida y se deja sin tratar por años.
Incluso en países donde la afección se diagnostica con mayor frecuencia, puede pasarse por alto.
Dolor en la lactancia y otras señales
Los primeros síntomas de la lengua atada pueden ser problemas y dolor durante la lactancia, “los niños con lengua atada no pueden extender la lengua más allá de la punta de los labios. Esto da como resultado un agarre, succión y deglución ineficaces. Todas acciones que son tan esenciales para amamantar”, explica Ju-Lee Oei, neonatóloga del Hospital Real para Mujeres en Randwick, Australia.
Cuando el bebé trata de mover la lengua atrapada y aprieta el pecho para tratar de alimentarse, el resultado puede ser extremadamente doloroso para la madre. Para otros los problemas surgen más tarde.
“Muchos niños con anquiloglosiano tendrán síntomas”, dice Amulya K. Saxena, cirujano pediátrico del Hospital Infantil de Chelsea, en LOndres, de la Fundación Chelsea y Westminster, y presidente de la Asociación Europea de Cirujanos Pediátricos, en una entrevista por correo electrónico.
El anclaje de la lengua en sí puede ser difícil de detectar. El frenillo lingual es una tira de tejido que se extiende desde la parte posterior de la boca hasta la línea media de la lengua.
Si este tejido es restrictivo, la punta de la lengua no puede extenderse más allá de los labios. La ligadura de la lengua puede ser bastante evidente.
Sin embargo, hay un tipo de atadura de la lengua más oculto, que se encuentra más profundo dentro de la boca, y que requiere que un profesional de la salud lo detecte y diagnostique, dice Saxena.
A los niños que viven este problema les puede resultar difícil usar la lengua libremente, ya sea para tocar un instrumento de viento, lamerse los labios o un helado, o limpiarse los dientes. “En algunos niños, puede causar cortes debajo de la lengua si el frenillo lingual queda atrapado entre los dientes incisivos inferiores”, añade Saxena.
Dolores de cabeza y mala calidad del sueño
La posición incómoda de la lengua y el músculo de la lengua que se vuelve más débil como resultado de la falta de movimiento, pueden causar problemas más allá de la boca.
“Uno de los mayores problemas con la anquiloglosia es que el equilibrio de la presión del aire en la boca se ve afectado, y esto puede causar una respiración nasal que interrumpe el sueño”, dice Ankita Shah, dentista pediátrica y directora del Instituto para el Sueño y la Anquilosglosia en Bombay, quien diagnosticó el caso del hijo de Parma.
Los niños con la lengua anclada a menudo respiran con la boca abierta y los roncan, dice, lo que afecta la calidad de su sueño.
Se despiertan con frecuencia con la nariz congestionada y tienden a apretar o rechinar los dientes mientras duermen, lo que genera rigidez en el cuello y los hombros, y dolores de cabeza. La incomodidad constante, aunque sea bastante sutil, puede afectar su postura y bienestar general.
“No nos damos cuenta de cuánto puede influir la alineación de los dientes, la lengua y la mandíbula en toda una gama de funciones corporales”, dice Shah.
¿Solución rápida?
En casos más leves, el problema puede resolverse por sí solo, dice Saxena.
El frenillo lingual se estira a medida que el bebé se alimenta y mueve la lengua y, con el tiempo, la lengua está menos restringida. Consejos sobre la técnica adecuada de amamantamiento, el masaje del frenillo y el ejercicio de la lengua pueden ayudar a resolver estos casos leves, dice.
Pero si eso no funciona, o si la lengua anclada dificulta mucho la lactancia, él recomienda un procedimiento que consiste en un pequeño corte en el frenillo para ayudar a liberar la lengua. Sin embargo, todos estos problemas (dificultad para alimentarse, comer, respirar, dormir y hablar) pueden tener otras causas.
Y mientras que en países como India la lengua atada puede estar infradiagnosticada, algunos médicos en otros países ven el riesgo de sobrediagnosticarla.
“En 2017, cuando tuvimos un gran aumento de casos, decidimos investigarlo”, dice Oei.
El Hospital Real para Mujere en Randwick, en Australia, donde trabaja, registra un promedio de 4.500 nacimientos cada año. Hasta ese año, por lo general tenían solo 10 solicitudes de cirugía de anquiloglosia por mes. “Pasamos de 10 al mes a 10 casos por semana”, dice.
Los casos en otros hospitales de la zona también habían aumentado y algunos médicos cobraban tarifas elevadas por el procedimiento.
“Nos dimos cuenta de que la cirugía tenía una gran demanda porque se consideraba una solución rápida para corregir los problemas de lactancia. Sin embargo, cortar el frenillo para liberar la lengua no resuelve mágicamente todos los problemas”, dice.
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