La fístula obstétrica es una de las lesiones físicas más trágicas y podría generar aislamiento, daño psicológico a las mujeres. Actualmente esta condición afecta entre 50.000 y 100.000 mujeres en todo el mundo cada año, según indica la Organización Mundial de Salud.
Se trata de la formación de un orificio entre el canal del parto y la vejiga o el recto debido a una obstrucción o prolongación del parto sin posterior tratamiento. Lo que sucede es que la presión de la cabeza del bebé sobre el hueso pélvico de la mujer provoca daños en los tejidos blandos, los cuales se perforan mediante un orificio o fístula entre la vagina y la vejiga o el recto.
La lesión representa el 6% de la mortalidad materna en todo el mundo y los casos más frecuentes se producen en países como África Subsahariana, Asia, América Latina y el Caribe.
En caso de no ser tratada, se produce incontinencia urinaria crónica, infección, nefropatías y llagas. Las mujeres que padecen esta lesión normalmente sienten vergüenza y sufren segregación social, sumado a los problemas de salud mencionados.
La fístula obstétrica puede prevenirse retardando la edad del primer embarazo, pues usualmente ocurre cuando la madre tiene una pelvis estrecha. También puede darse porque el bebé se encuentre mal colocado. En su mayoría, cuando ocurre esto, los bebés fallecen y la madre sufre las consecuencias: dolor crónico e incontinencia.
Esta es una condición tratable. Sin embargo, es una lesión que afecta actualmente a las mujeres de condiciones más desfavorables. Según la ONU, al menos dos millones de mujeres y niñas viven con el problema.