Seguro te has preguntado la manera en que tu hijo/a se ha contagiado con alguna enfermedad infecciosa. Para entenderlo, es importante saber que, según el tipo de enfermedad infecciosa en cuestión, puede ser distinta la respuesta a esta pregunta.
Para empezar, todos los agentes infecciosos como las bacterias, los virus y los parásitos, cuentan con mecanismos de transmisión, es decir, con estrategias para lograr ponerse en contacto con el huésped. Estos mecanismos se dividen inicialmente en 2 grandes grupos: transmisión directa e indirecta, y estas a su vez en varios subtipos.
Sin embargo, para ser prácticos en el tema, hablaremos de 4 formas fundamentales de contagio. La primera de ellas es por vía respiratoria: al toser, estornudar, hablar, escupir, expulsamos pequeñas gotas que contienen agentes infecciosos y quien llegue a inhalarlas se verá infectado igualmente. Esta es el mecanismo de transmisión más frecuente en niños.
En segundo lugar, se encuentra la vía fecal-oral, lo que hace referencia a que los virus, bacterias o parásitos son eliminados a través de las heces y el contagio se produce al ingerirlos, por ejemplo, a través del agua o alimentos contaminados. Por eso, se hace de vital importancia el lavado de manos luego de haber ido al baño.
En tercer lugar, tenemos el mecanismo por contacto directo de niño a niño, o a través de objetos que se comparten. Y finalmente, el cuarto mecanismo de transmisión, el cual se da al tener contacto con líquidos orgánicos como sangre o saliva. En este último caso, debe haber no sólo el contacto con dichos fluidos sino también una puerta de entrada en el huésped, como por ejemplo, una herida o que el contacto sea con mucosas.
