Los abuelos son muy necesarios para el aprendizaje en la vida de un niño, son esa guía espiritual y sabia sobre lo que se debe y no se debe hacer. Ellos tienen el papel divertido de disfrutar el crecimiento de los niños, sin tener que asumir tareas como el cambio de pañal, el pago de sus gastos o dejar de hacer actividades por cuidar sus afecciones de salud.
Sin embargo, tener estos privilegios no es sinónimo de alcahuetería, muchas veces se confunde el consentir a los nietos con darles un mal ejemplo, dejarlos hacer lo que ellos quieran, cumplir sus caprichos e incluso desautorizar a los padres. Todas estas son formas de aprobar la actitud rebelde de los niños.
No desautorizar a los padres ni opinar sobre las decisiones que ellos tomen con respecto a la educación de sus hijos, son las principales recomendaciones que los orientadores de familia les dan a los abuelos.
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La responsabilidad que tienen los padres de educar a sus hijos es indelegable y en este camino, los abuelos, pueden ser de gran ayuda. Ellos deben incentivar la obediencia y el cumplimiento de sus tareas diarias a cabalidad para crear en los niños, valores permanentes en la vida.
Terapeutas aconsejan que cuando el niño o niña pasa las temporadas de vacaciones en casa de sus abuelos, ellos deben designarles ciertas tareas, como tender su cama, recoger el desorden o ayudar en la cocina, teniendo en cuenta las medidas debidas de seguridad. Es importante además que, durante este receso, los padres no se desentiendan de sus hijos, el contacto con ellos debe ser constante.
Existen tres claves para que los abuelos sean buenos abuelos y les ayuden a sus nietos a desarrollar su personalidad de una manera sana y en un entorno beneficioso para ellos.
La principal es la coherencia, tener muy en cuenta quién da las órdenes y no desautorizar a las personas encargadas de esta labor; la segunda clave es el fijar límites, poner las reglas claras y lo que puede pasar si el niño o niña desobedece y, por último, buscar la calidad en la relación entre abuelos y nietos, el tiempo se debe aprovechar al máximo con actividades que incentiven el aprendizaje de los niños y el libre desarrollo de su personalidad, teniendo los valores humanos como premisa principal.
