Más que del coeficiente intelectual, la inteligencia de los niños o de los adolescentes, depende del cultivo y acierto que propiciemos en ellos los padres y profesores.
Los genios, los sabios, los cultos y las mentes brillantes, las que resuelven problemas de la humanidad y la hacen progresar, son aquellas que habiendo nacido con un coeficiente normal, su inteligencia sí ha tenido una ejercitación adecuada. Igual que un niño no hablaría si no se le enseñara pacientemente a hacerlo.
Un niño no se haría lo inteligente y feliz que puede llegar a ser, si no se le enseña a pensar y conocer, estimulando cada parte de su cerebro. Con igual cariño, paciencia y acierto.
14 ejercicios para ejercitar la inteligencia de los niños
Muchos ejercicios prácticos pueden hacerse para ejercitar y estimular la inteligencia de los niños, tengan la edad que tengan. El profesor Fernando Alberca propone un buen número de ejercicios para estimular la inteligencia de los niños:
1. Estimular los sentidos por separado.
– Tacto: cerrando los ojos coger en la mano dos objetos muy similares en peso y adivinar cuál pesa más. Vista: distinguiendo en menos de un cuarto de segundo el azúcar y la sal fina.
– Oído: contando las veces que interviene un piano o se dice una palabra en una canción.
– Gusto: con los ojos vendados definir si se ha probado un sabor soso, salado, agrio, dulce, ácido. Y hacerlo en comparación con otro sabor: “esto es más dulce que el anterior”, “más soso”* Etc.
2. Enseñar al niño a hacer todo lo que pueda hacer y acabará teniendo que aprender: abrocharse los zapatos, ponerse solo el abrigo, hacerse la cama. Cuanto antes. Aprovechando especialmente cada cambio de etapa: tras la primera infancia (4-5 años), en la preadolescencia (8-10), en la adolescencia intermedia (16-18).
3. Decirle a un hijo, porque todos lo son, que es inteligente.
4. Decirle al cabo del día más cosas positivas sobre él mismo que negativas.
5. Escucharle más que hablarle.
6. Pensar qué nos está queriendo decir, más allá de sus palabras.
7. Hablarle como si tuviera dos años más de los que tiene. Tratarle con este criterio.
8. Confiar en que con su inteligencia, sabiendo con claridad lo que tiene que hacer y cómo, lo hará bien. Aunque lo haya hecho mal muchas veces.
9. Ante él, a cualquier edad, no hablar de madera (sino de caoba, nogal, cerezo…), no de perros (sino de dálmatas, pastores alemanes, yorkshires…), no de tela (sino de lino, loneta, pana…), no de metal (sino de hierro, acero, aluminio…).
10. Emplear en su presencia un vocabulario lo más extenso posible respecto a lo más doméstico y al mundo de las sensaciones. Decir mejor estoy cansado o me duele la cabeza, que estoy mal.
11. Enseñarle cómo debe imaginarse un problema y como descomponerlo en partes, para que él halle la solución a nuestro lado, pero no hacérselo.
12. Animarle a solucionar los problemas en los que no encuentra la solución, con intuición, imaginación y creatividad.
13. Calcular distancias cortas. Primero un centímetro, luego 3, 5, 10, medio metro, un metro, 10, 50, 100…
14. Enseñarle a leer cuanto antes.