El juego equilibrado enseña a los niños la resolución efectiva de problemas

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Información de Agencia Sinc

Una dieta lúdica equilibrada permite a los niños y a las niñas ser más empáticos, colaborativos y capaces de resolver problemas de su entorno, según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid, la fundación Ashoka, UNICEF e IKEA que explora los hábitos del juego infantil en España y su contribución al desarrollo de habilidades para el cambio social.

El análisis ha detectado que el juego favorece las destrezas que hoy pueden considerarse necesarias para que en un futuro estos niños y niñas contribuyan a cambiar la sociedad como changemakers (agentes de cambio): la creatividad, la empatía, la resolución de problemas y la cooperación, estas últimas relacionadas además con la socialización.

El juego es tan imprescindible como una buena nutrición

Los resultados de este estudio, llamado La contribución del juego infantil al desarrollo de habilidades para el cambio social activo, sugieren también que el juego infantil es tan relevante como la propia alimentación.

Así, al estilo de la ya conocida pirámide alimenticia, se ha presentado además “la pirámide del juego infantil” para fomentar una “dieta lúdica equilibrada”, principalmente a partir de una correcta distribución de tiempos, hábitos y tipos de juego para que todas las niñas y niños practiquen diferentes habilidades y la sepan poner “en acción” para entender y resolver los retos de su entorno.

“En un tiempo tan instrumentalmente orientado como el nuestro, deberíamos ganar mayor sensibilidad hacia el derecho de los niños y las niñas a jugar y el valor del juego como espacio de iniciación en los valores de la convivencia”, reconoce Gonzalo Jover Olmeda, decano de la facultad de Educación de la UCM y uno de los autores del estudio, desarrollado por el Grupo de Investigación Cultural Cívica y Políticas Educativas.

Otras conclusiones relevantes de la investigación son que más del 80% de los niños y niñas españoles están satisfechos con la cantidad de tiempo de juego, aunque todos afirman querer más y que solo 10,3% menciona a sus padres y madres como compañeros habituales de juego, manifestando la mayoría que les gustaría jugar más con ellos.

Los expertos advierten también una pérdida progresiva de espacios y tiempos libres para el juego de los más pequeños en las sociedades modernas, percibiendo un cierto abuso de las extraescolares.

Los niños deben jugar en cualquier parte y en todas partes. Desde UNICEF, a través de nuestro programa Ciudades Amigas de la Infancia, instamos a las ciudades a convertirse en espacios protectores y que animen al juego, siempre teniendo en cuenta las opiniones de los propios niños, niñas y adolescentes”, señala Lucía Losoviz Adani, responsable de Políticas Locales de Infancia y Participación de UNICEF Comité Español

El análisis se ha realizado a partir de sendas fases de investigación y trabajo de campo durante los dos últimos años. En este último, los instrumentos de recogida de información han sido tres cuestionarios y seis grupos de discusión en los que han participado 1.242 niños y niñas de entre 3 y 12 años en diferentes puntos del país, con aproximadamente dos tercios de la muestra situados en la franja de 6 a 10 años. Los grupos de discusión se hicieron en centros escolares con chicos y chicas agrupados por franjas de edades, de 3-6, 6-9 y 9-12 años.

Niños que juegan: niños agentes de cambio

Con juegos inclusivos con niños con capacidades diferentes, cocina en familia, deportes en equipo, puzzles o rompecabezas, en esta pirámide se distribuyen, de abajo a arriba, los escalones de la empatía como base, seguida de otro escalón con creatividad, cooperación, resolución de conflictos y pensamiento lateral. Por último se encuentra el escalón de changemaking para transformar el entorno.

Cuando un niño se convierte en changemaker acabará siendo no solo un ciudadano más responsable y activo, sino una persona con más probabilidades de éxito profesional

Ana Sáenz de Miera, directora de Ashoka España, destaca que cuando un niño se convierte en changemaker acabará siendo no solo un “ciudadano más responsable y activo, sino una persona con más probabilidades de éxito profesional. Por eso aprender a ser un changemaker debería ser un derecho de la infancia”.

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