Investigadores boricuas luchan por encontrar cura para el cáncer de ojo pediátrico

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El retinoblastoma es un cáncer del ojo que se forma en la retina y que suele desarrollarse en niños menores de 5 años.

Se trata de una labor realizada por un grupo de estudiantes investigadores del Instituto de Neurobiología del Recinto de Ciencias Médicas (RCM), bajo la supervisión de la Dra. Jacqueline Flores-Otero, científica que ha dedicado su carrera a la conquista total de un agresivo tumor que pudiera tener efectos adversos en la vida de un niño y/o infante si no es detectado a tiempo.

El retinoblastoma es un cáncer del ojo que se forma en la retina y que suele desarrollarse en niños menores de 5 años. Este tumor maligno puede ser heredable (congénito) o no heredable (esporádico). Entre los síntomas más comunes se encuentra la pupila blanca (leucocoria), estrabismo, dolor ocular y el enrojecimiento en el ojo.

La Dra. Flores, también catedrática auxiliar del Departamento de Anatomía y Neurobiología en el RCM, explicó que pese a que retinoblastoma es un cáncer altamente curable, el reto hoy día se debe a la presencia de semillas del vítreo o grumos de células aglomeradas que se desprenden de la masa primaria del tumor, tornándose resistentes a tratamientos actuales y tienen la habilidad de diseminarse a áreas dentro y fuera del ojo.

Como consecuencia, los niños que adquieren invasión del tumor hacia el cerebro no sobreviven por el desarrollo de metástasis.

El trabajo científico de la Dra. Flores realizado desde la isla es uno que lleva a cabo en colaboración con un grupo multidisciplinario de científicos y clínicos del St. Jude Children’s Research Hospital y la Universidad de Tennessee y su Centro de Ciencias de la Salud (The University of Tennessee Health Science Center).

“Es un cáncer raro pediátrico considerado el más maligno a nivel intraocular en niños y que se forma en el útero durante el desarrollo fetal. Ocurre como consecuencia de la inactivación en ambos alelos del gen RB, el cual es un supresor de tumores. Esta inactivación es el inicio de la formación del tumor dado a que promueve la proliferación anormal de células en el tejido de la retina”, explicó en primera instancia la investigadora.

Hoy día, el campo científico que emerge en la isla busca entender cómo algunas células tumorales dentro del ojo tienen la capacidad de resistir a tratamientos actuales de quimioterapia y sobrevivir en un ambiente hipóxico (disminución en la cantidad de oxígeno suministrado por la sangre hacia los órganos).

También, estas células tienen la capacidad de diseminarse no sólo a nivel intraocular, sino a otros tejidos fuera del ojo hasta llegar a la médula ósea, nódulos linfáticos o el cerebro.

“Actualmente, con tratamientos que procuran prevenir la pérdida de visión, evitar enucleación (remoción del ojo) y reducir los efectos secundarios que inducen los tratamientos sin el riesgo de promover recurrencia del tumor, se ha logrado la cura de  90 a 95% de los niños que presentan este cáncer”, formuló.

“A pesar de este alto por ciento (de pacientes curados), el riesgo a tener invasión del nervio óptico y por ende metástasis del sistema nervioso central, aumenta cuando la enfermedad se diagnostica y maneja tarde. El campo se está moviendo precisamente a determinar cómo algunas células, que se suponen que son destruidas por las quimioterapias, son capaces de resistirse al tratamiento”, declaró.

Los estudios del laboratorio de la Dra. Flores buscan identificar cómo la alteración en la expresión y en el tráfico de los receptores de adhesión-GPCR (G protein-coupled receptors) contribuyen a la motilidad de las células de retinoblastoma.

Entre los hallazgos de los estudios científicos que la Dra. Flores realizó durante su postdoctorado en el St. Jude Children’s Research Hospital se encuentra el haber descubierto que el proceso de tumorigénesis en retinoblastoma no ocurre por la acumulación de mutaciones, como en otros tipos de cánceres, sino por la modificación epigenética en genes que funcionan como oncogenes o supresores del tumor de retinoblastoma.

“No solo queremos saber cómo estas células resisten, sino cómo podemos interferir con el proceso de motilidad celular con el objetivo de prevenir metástasis. Además, determinar cómo el microambiente influye en el proceso de desarrollo y progresión del tumor es vital para el desarrollo de nuevas modalidades de tratamientos”, concluyó la investigadora.

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