Actualmente, nos enfrentamos a una pandemia de la enfermedad COVID-19 causada por el nuevo coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) y las dudas por parte de los padres no se hacen esperar. La evidencia soporta que los niños no son el principal blanco de esta infección y que al contagiarse, presentan síntomas leves y una menor tasa de mortalidad en comparación con los adultos.
En un reciente estudio publicado en The Pediatric Infectious Disease Journal realizado en la Universidad de Friburgo por la doctora Petra Zimmermann en conjunto con el investigador Nigel Curtis, de la Universidad de Melbourne, presentan que, según datos de China en Febrero de 2020, los niños y adolescentes representaron tan sólo el 2% de las hospitalizaciones por COVID-19.
Sin embargo, en su publicación, los autores mencionan que “la importancia de los niños en la transmisión del virus sigue siendo incierta”, por lo que, pese a que la infección en esta población no desencadene síntomas muy evidentes, los niños tienen la posibilidad de infectar a otros.
Por lo anterior, monitorear a los niños y minimizar su potencial de contagio mediante la práctica del lavado de manos, desinfección de superficies y la disminución de salidas y contacto con otros, deben ser medidas prioritarias teniendo en cuenta el estado de alerta mundial por tratarse de una pandemia. El fin último es evitar una subestimación del riesgo de infección que pueda empeorar el escenario mundial actual.
