Ganan la batalla al cáncer infatil

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El cáncer es una enfermedad que ha trastocado miles de vidas en los adultos, pero han sido los niños parte del cúmulo de sobrevivientes que ha rebasado las barreras de la oncología médica tanto en Puerto Rico como a nivel mundial.

La Leucemia Linfoblástica Aguda Infantil (LLA, por sus siglas en inglés) es el cáncer más común que ha afectado a la población pediátrica, pero a su vez la enfermedad que más han sobrevivido los más pequeños, gracias al avance de la medicina de la oncología en la isla.

De la LLA se diagnostican alrededor de 25 casos anuales, según el Dr. Luis Clavell Rodríguez, director ejecutivo interino del Centro Comprensivo de Cáncer de la Universidad de Puerto Rico (CCCUPR) e investigador.

“Hemos sido afortunados. La biología de las malignidades en pediatría y las modalidades de tratamientos que hemos tenido hasta ahora han sido mucho más efectivos que en la población de adultos. Para el 1978, cuando comencé la práctica de la pediatría, la sobrevivencia en la Leucemia Linfoblástica Aguda era de un 40% en Puerto Rico. De cada 10 niños, cuatro podían ser curados”, relató en primera instancia.

“En la actualidad, aquí en Puerto Rico la probabilidad de los niños menores de 15 años con Leucemia Linfoblástica Aguda estén libre de la enfermedad cinco años después de haberse hecho un diagnóstico es de 80%. El poder ser partícipe y haber contribuído en la creación de estos tratamientos efectivos y más complejos en un ambiente de cuidado libre de efectos secundarios es un logro que me ha dado mucha satisfacción”, abundó el especialista.

Para la Dra. Maribel García, oncóloga pediátrica del San Jorge Children’s Hospital, los especialistas en oncología han sabido los últimos años trasmitir la esperanza a los padres de los niños que reciben el fuerte diagnóstico.

“Se lleva la responsabilidad tal cual es, pero como médico es buscar la cura. Tenemos que ser empáticos y buscar lo mejor para ese paciente. El poder acompañar a estas familias y pacientes ha sido un privilegio para mí y he sido afortunada”, formuló.

“Hemos avanzado muchísimo, pero nos queda mucho por recorrer en la confección y evolución de las terapias más dirigidas y específicas para el paciente. Más allá, doy las gracias por el privilegio de ser testigo de cómo en medio de la enfermedad experimentamos de manera singular lo que es el amor y es algo sobrenatural”, concluyó.

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