Teoría de la frustración-agresión, un problema de maltrato infantil

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Cuando hay un conflicto y un padre pega a un hijo, «no es porque el hijo haya creado un problema, es porque es el padre el que tiene un problema“. Influye el estrés diario y el doctor Benjamín Ballesteros, doctor en Psicología Clínica lo denomina como teoría de la frustración-agresión.

Esta teoría hace referencia a si a un hombre, por ejemplo, alguien le agrede en el trabajo y es un superior, este hombre tenderá a cargar su frustración en alguien inferior o, al llegar a casa, lo hará con su mujer y, a su vez, ella lo hará con su hijo pequeño, y el niño con el gato.

El doctor Ballesteros asegura también que una de las razones fundamentales de esta afirmación es que los progenitores que hoy pegan a sus hijos “lo hacen porque ellos, de pequeños, también fueron educados bajo este mismo modelo. Tienen asimilado que es una forma normal de educar“.

“Un azote, como hecho aislado y dándolo sin intensidad no se considera maltrato. Pero si se repite de forma frecuente y de forma intensa sí“,

expresó.

Añade que tras azotar o gritar a un niño, a los padres, por lo general, les suele asaltar un sentimiento de culpa, que después se esfuerzan en cambiarlo para autojustificarse que tenían que hacerlo para que aprenda.

Sin embargo, hay muchas otras formas de educar a los niños sin necesidad de violencia física“,

insiste.

Según él, hay que hacer el esfuerzo de reprimir este impulso de azotarle y optar por explicar al niño con palabras, sin gritos, que lo que está haciendo no es correcto, sin obviar que hay que advertirle que tendrá consecuencias si se vuelve a repetir la situación que motivó el incidente.

El doctor insisten en que recurrir al castigo físico en la educación de los hijos puede traer consecuencias negativas en su evolución y aportar alternativas saludables y positivas.

Para ayudar a los padres en esta labor de una educación sin violencia, recomiendan tomar notas de los siguientes consejos:

  • Dedicar tiempo a estar con nuestros hijos
  • Establecer normas, límites y consecuencias a nuestros hijos
  • Adaptar dichas normas y límites a su edad
  • Escuchar a nuestros hijos
  • Usar el castigo físico como método para educar es perjudicial en todos los niveles de desarrollo
  • Ser un ejemplo para nuestros hijos
  • Si hay dificultades para establecer una buena comunicación y convivencia con nuestros hijos, buscar ayuda profesional.
  • Pensar en nuestras acciones antes de actuar por impulso.

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