Ya se ha comprobado que el aprendizaje temprano en los bebés es un proceso en el que se ha descubierto la plasticidad del cerebro, dispuesto a establecer conexiones cerebrales y establecer las bases neurológicas que los acompañarán hasta la adultez. Incluso, varios especialistas se han referido a esta etapa como la edad de oro de la educación infantil.
Varios pediatras y psicólogos infantiles también destacan que la educación temprana es una etapa en la que los seres humanos se encuentran preparados para fortalecer circuitos neuronales. Esto depende de la correcta estimulación, un hecho que contribuye de forma significativa a la madurez del cerebro. Además, se da al niño mayores herramientas que fortalezcan su autoestima y su seguridad individual.
La herencia genética y el desarrollo cerebral del bebé
Aunque la herencia genética impone unas condiciones de desarrollo cerebral, un punto de partida y un atisbo de posibilidades. Pero sin una adecuada educación, esas posibilidades no fructificarían. Para que el cerebro del bebé fomente todas las habilidades necesarias, otro aspecto crucial es la atención, cariño y amor que el bebé reciba por parte de su círculo social.
Como explica el reconocido experto Glen Doman: “los niños pequeños tienen cinco modos de aprender cosas del mundo. Pueden verlo, oírlo, tocarlo, olerlo y saborearlo. No más. Cinco pruebas de laboratorio para aprender sobre el mundo”.
¿Cómo funciona el cerebro de nuestro bebé?
Cuando un bebé nace, su cerebro cuenta con más de 10 millones de neuronas, un número que no logramos utilizar en totalidad. A pesar de que las neuronas en un bebé no tienen circuitos definidos, para la edad de 3 años, este órgano ha madurado y desarrollado un 50% de su capacidad. Al cumplir 8 años de edad, el cerebro ya está desarrollado al 80%.
Si la neurona se estimula, se excita y se conecta con otra neurona (plasticidad neuronal). Este proceso es lo que comúnmente se conoce como aprendizaje y memoria. De hecho, durante los años de desarrollo se encuentra el doble de neuronas que en la adultez.
Cuando una neurona se activa mediante la estimulación, abre sus canales de sodio y calcio y genera un impulso eléctrico que se transmite químicamente (neurotransmisores) a lo largo de la prolongación de la neurona, (el axón) y es transmitido a otra neurona con la que contacta. Este contacto se llama sinapsis. La sinapsis es la unidad funcional del sistema nervioso. El aprendizaje y la memoria implican una modificación de la fuerza o número de conexiones sinápticas.
Por este motivo, es preciso el ejercicio. Cuando un niño pequeño, un bebé, lanza al aire un objeto cientos de veces y siempre cae, los niños están ampliando rápidamente sus conocimientos si tienen la ocasión de ensayar muchas veces. Durante el aprendizaje, la práctica produce una modificación de las conexiones entre las neuronas que permanece en el tiempo (memoria).
Las funciones de los hemisferios
El cerebro está dividido en dos hemisferios que cumplen diferentes funciones:
HEMISFERIO IZQUIERDO: explicar palabras; memoria del lenguaje; pensamiento procesual; control emocional; trabajar con datos; analizar; razonamiento lógico; actividades estructuradas; organizar. A este también se le conoce como el hemisferio consciente.
HEMISFERIO DERECHO: explicar visualmente; memoria de imágenes; pensamiento globalizado; expresión de emociones; trabajar con imágenes; sintetizar; entender intuitivamente; actividades abiertas; improvisar.
Los dos hemisferios están en comunicación permanente. Hay estructuras especializadas en diversas regiones cerebrales, de forma no simétrica y lateralizada. Pero la transmisión de información entre ambos hemisferios permite una actuación global que hace difícil percibir esta lateralización funcional en la vida cotidiana.
El hemisferio izquierdo, que es consciente, realiza todas las funciones que requieren un pensamiento analítico, elementalista y atomista. Recibe la información dato a dato, la procesa en forma lógica, discursiva, causal y sistemática y razona verbal y matemáticamente, al estilo de una computadora donde toda “decisión” depende de la anterior; su modo de pensar le permite conocer una parte a la vez, no todas ni el todo; es predominantemente simbólico y abstracto, poseyendo una especialización y control casi completo de la expresión del habla, la escritura, la aritmética y el cálculo.
El hemisferio derecho, en cambio, que es siempre inconsciente, desarrolla todas las funciones que requieren un pensamiento o una visión intelectual sintética y simultánea de muchas cosas a la vez. Por ello, este hemisferio está dotado de un pensamiento intuitivo que es capaz de percepciones estructurales, sincréticas y geométricas, y puede comparar esquemas en forma no verbal y metafórica. Su estilo de proceder es compleja, no lineal. Esto le permite orientarse en el espacio y lo habilita para el pensamiento y apreciación de formas espaciales, el reconocimiento de rostros, formas visuales e imágenes táctiles, la comprensión pictórica, la de estructuras musicales y, en general, de todo lo que requiere un pensamiento visual, imaginación o está ligado a la apreciación artística.