Dra. Jahzel M. González Pagán |
Los pediatras no sólo tenemos la responsabilidad de velar por la salud física de los niños, sino, también estamos al pendiente de su salud mental de ellos.
A diario nos encontramos con padres preocupados por el comportamiento de sus hijos que se hacen preguntas como: ¿Usted cree que es normal que mi hijo haga…? Este cuestionamiento muchas veces esconde ansiedad por parte de los padres y a su vez alcanza el imaginario de lo que se espera en nuestra sociedad de un ser humano en tan poco tiempo de vida.
Así que, el comportamiento de un niño dependerá de la etapa de desarrollo en que se encuentre, como también del ambiente en el que se críe.
La niñez temprana, desde los 18 meses hasta los 4 años, nos muestra el inicio de los desórdenes de comportamiento disruptivos en nuestros pacientes. En esta edad el niño o niña comienza una “lucha” para establecer su independencia. Por esto somos testigos de comportamientos desafiantes o de oposición como los famosos temper tantrums o rabietas.
¿Cómo podemos controlar este comportamiento?
Lo primero que se debe hacer es tomar control de la situación antes que se salga de nuestras manos. En esta etapa debemos ofrecerles opciones a nuestros niños para que entiendan que su opinión es importante. Sin embargo, aún cuando lo intentemos, como parte de su “lucha” por ser una persona independiente, siempre habrá momentos en que utilice un mal comportamiento para expresarse.
Si el niño o niña no sigue las reglas, establezca un time out o pausa que se extienda durante 2 a 3 minutos. Esta actividad consiste en designar un lugar específico donde el niño no se mueva, no juegue, ni se distraiga. En todo momento deberá estar supervisado.
Es de suma importancia que usted mantenga la calma en este momento para poder modelar el comportamiento adecuado y el que niño no se sienta intimidado ni confundido. Una vez esté calmado recomendamos que el cuidador, en la manera que sea posible, le explique al niño que aunque entiende su molestia, el no seguir las reglas no es un comportamiento aceptable.
Si el infante no puede ser controlado y llega al momento de la rabieta, póngalo en un lugar seguro e ignore su comportamiento. De esta manera usted no reforzará la oposición y se le hará entender que no es un comportamiento adecuado. Si esta conducta se repite y el niño no es capaz de ser controlado y presenta comportamiento agresivo o violento, discútalo con su pediatra para que explore más sobre el desarrollo y la dinámica familiar.
La niñez temprana puede ser una etapa de muchos retos para los padres o cuidadores, pero también es una etapa de muchos descubrimientos y alegrías. Entender que su hijo o hija desea autonomía puede ser difícil. Lo importante es que usted establezca una buena comunicación familiar para que su criatura pueda formarse en una base de respeto y armonía.
Sigue las recomendaciones que publicaron las autoras Ari Brown M.D., y Denise Fields en el libroToddler 411: Clear Answers & Smart Advice For Your Toddler.
- No grites. Conviene que cambies el tono de su voz. No es el volumen sino el tono de la voz lo que hace que entiendan lo que quieres decirles. Busca un tono firme y siempre ponles una mirada seria. No te rías porque si no pierde efecto.
- Siempre debes elogiar la buena conducta. El elogio funciona como un gran fertilizante para el ego. Querrán repetir la buena conducta si saben que mami y papi le hacen una gran fiesta o le dan un abrazo grandísimo.
- Hay que actuar rápido. Si te tardas para transmitir tu mensaje, tres minutos después tu hijo ya no se acordará por que lo estás regañando.
- Debes dar el buen ejemplo. Si te mantienes calma en situaciones estresantes, tus hijos aprenderán lo mismo. No te olvides que siempre te observan y copian comportamientos, actitudes y hasta vocabulario.
- No trates a tu hijo como si fuese un adulto. Tus hijos no están en edad para entenderte. Si tira los fideos al piso, no le expliques durante 10 minutos que no debe tirar la comida al suelo. Quítale el plato con calma y dile que eso no se hace.
- Crea rutinas: Le ayudará al niño a tener una vida ordenada y conocer lo que va a ocurrir en cada momento. Le aporta seguridad y confianza.
- No reacciones con violencia: si tiene una rabieta o llora, intenta mantener la calma o incluso salir de la habitación un momento. Gritar al niño o castigarle no sólo no le enseña sino que es contraproducente. Es preferible enseñarle que mientras actúe así no le harás caso.
- Anticípate: antes de que se desencadene una rabieta, intenta evitarla. Si conoces cómo va a reaccionar ante determinadas circunstancias es preferible evitarlas, al menos mientras no sepa controlar sus emociones.
- Dale cariño: muéstrale afecto, es fundamental que los niños crezcan en un ambiente donde pueden sentir el cariño y el amor.
- Pon normas: empieza a crear normas y límites, pocos y fáciles, pero claros y entendibles para él e intenta que todo el mundo que tiene contacto con el niño siga esas mismas normas.
- Dedícale tiempo: pasar tiempo con los hijos, aunque sea poco es fundamental, estimula el vínculo y genera una relación cercana y de confianza.