Por: Diana Castañeda
Desde el vientre de la madre, los bebés van acumulando nutrientes para su desarrollo. Por lo tanto, la edad gestacional en la que nace es determinante en las necesidades que tendrá en adelante.
Aunque actualmente, las áreas de interés de la nutrición están centradas en la relación entre alimentación y enfermedades crónicas no trasmisibles y los efectos de la alimentación sobre aspectos específicos como: las funciones cognitivas, inmunitarias y el rendimiento deportivo, entre otras. También se determina la importancia de estos suplementos en el fortalecimiento y desarrollo de los huesos en la edad pediátrica.
Los bebés prematuros, por ejemplo, necesitan de fórmulas especiales para complementar sus nutrientes junto con la leche materna, aumentando el hierro, el calcio, además de las vitaminas A y B.
Para la doctora Cindy Calderón, presidenta de la Academia Americana de Pediatría, Capítulo de Puerto Rico, la leche materna provee todos los nutrientes necesarios, sin embargo, hay una recomendación en la literatura actual de que estos bebés reciban vitamina D como suplemento, por lo menos hasta que el niño comience la alimentación suplementaria.
La Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos define los suplementos nutricionales como productos elaborados a base de nutrientes y otros componentes presentes en los alimentos, que tienen como propósito satisfacer las necesidades particulares de nutrición determinadas por condiciones físicas, fisiológicas o metabólicas específicas.
La pediatra Calderón confirmó para la Revista Pediatría y Familia que, si bien estos suplementos no deben reemplazar la alimentación normal, se debe identificar la condición y patología del niño para determinar las dosis necesarias para su función.
En este contexto, estos suplementos alimenticios que son ricos en vitamina D ayudan a la absorción del calcio, produciendo en su cuerpo los pilares fundamentales que necesita para producir y mantener los huesos fuertes.
Vitaminas que contribuyen al fortalecimiento de los huesos
Vitamina A: promueve el crecimiento normal, la piel sana y la reparación de tejidos. Además, ayuda a la visión nocturna y de colores.
Vitamina B: genera la formación de globulos rojos y ayuda en una variedad de actividades metabólicas. Se puede encontrar en la carne, pollo, pescado, soya, leche, huevos, panes integrales, y cereales.
Vitamina C: fortalece el tejido conectivo, músculos y piel, acelera la curación de heridas y huesos, aumenta la resistencia a las infecciones.
Vitamina D: promueve la formación de huesos y dientes y regula la absorción de minerales como el calcio. Las fuentes incluyen productos lácteos fortificados, aceites de pescado, margarina fortificada y yemas de huevo.
Aunque los defensores de las vitaminas insisten en que las grandes dosis de vitamina D, mayores que las dosis diarias recomendadas para EE.UU., pueden fortalecer los huesos, no hay ninguna evidencia que apoye esta afirmación y las cantidades excesivas de vitamina D son potencialmente tóxicos.
La luz solar también contribuye como fuente nutritiva de vitamina D, estimula la conversión de un compuesto de origen natural en la piel a una forma activa de la vitamina.
Si considera que algunos de estos alimentos o grupos es deficiente en la alimentación de su hijo considere un suplemento o vitamina dependiendo del caso y siempre consulte a su pediatra antes de administrarlos en los niños.