Insomnio conductual o bebés que no duermen

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Redacción Pediatría y Familia

Cuando un bebé llega a casa, la familia debe adaptar algunas rutinas de su vida cotidiana para dedicar el mayor tiempo posible al nuevo miembro de la familia. Pero, para el caso de los horarios nocturnos, el aprendizaje también debe ser para el pequeño, un proceso que comienza desde la primera noche en casa. Si bien existen varias alternativas para evitar los despertares nocturnos, no todas las técnicas son efectivas en cada niño.

Como este es un proceso de adaptación que toma varias semanas y meses, a menudo los padres suelen consultar si el niño padece de algún trastorno del sueño. Sin embargo, de acuerdo con los pediatras, este tipo de condiciones no son frecuentes en los lactantes -nombre que reciben los bebés entre 0 y 6 meses-. En caso de presentar dificultades para conciliar el sueño, los especialistas afirman que son producto del estilo de vida.

Por lo general, el único trastorno de sueño que los bebés asocian a lactantes se conoce como insomnio conductual. Aunque no representa ningún riesgo para el pequeño, esta alteración en los horarios del pequeño -a menudo- se debe a las asociaciones que el bebé hace a la hora de dormir. Por ejemplo, si desde el inicio el pequeño aprendió a dormir en brazos de sus padres, arrullado con cierta canción o estando en un lugar determinado. Esto no quiere decir que las acciones de los padres hayan sido equivocadas, simplemente no son efectivas a largo plazo.

Prevenir es mejor que lamentar

Cuando está comprobado que el niño desarrolla insomnio conductual, los pediatras afirman que el único medio para revertir este trastorno es la reeducación. Es decir, se deben modificar las actividades que se hacen para que el niño concilie el sueño.  Lo esencial es que el niño se desapegue -si solo aprendió a dormir acunado en brazos- y reconozca otras actividades que lo relajen.

De ahí la importancia reiterada de establecer rutinas. Para hacer estos procesos más fáciles se aconseja:

– Relajar al bebé justo antes de dormir: un baño con agua tibia o caliente, masajear al bebé y acariciarlo mientras está acostado en la cuna, le ayudará a dormirse solo y más rápido. Otra opción es arrullarlo o leer un cuento pero sin cargarlo o mecerlo en brazos.

– Mantente constante: Es probable que el pequeño no asimile durante los primeros días el cambio. La clave es no desesperar. Poco a poco, el pequeño responderá ante estos cambios y su trastorno de sueño pasajero dejará de ser parte de sus rutinas.

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