El sonambulismo es un trastorno de sueño que suele darse en la infancia hasta la pubertad para algunos niños, y que consiste en que a pesar de estar profundamente dormidos suelen realizar actividades como deambular, caminar o hablar.
Estos episodios de sonambulismo pueden darse entre los cinco y los doce años, condicionados por estrés escolar o familiar, por desórdenes de sueño en cuanto a horarios o por herencia de los padres.
Cómo deben actuar los padres con niños sonámbulos
Delicadeza y paciencia
Lo más importante a la hora de tratar con un niño que está activo mientras duerme es la delicadeza, no ser brusco ni asustarse a la hora de hablar o de interactuar con él.
La persona sonámbula no es consciente de sus actos, por lo que es fácil poder controlar que sus movimientos vuelvan a dirigirse a la cama de forma suave, aunque hay que tener paciencia, ya que muchas veces pueden intentar rebatir los argumentos de forma inconexa.
Hablar suavemente y volver a la cama
Aunque siempre se ha creído que es muy peligroso despertar al sonámbulo, en realidad puede hacerse siempre y cuando no se haga de forma brusca.
Un niño que está deambulando mientras duerme en la primera fase del sueño, sin saber que realmente está moviéndose, puede llevarse un gran susto si le despiertan con una voz muy alta o zarandeándole para que despierte.
Lo mejor es hablar de forma suave al niño y conducirle de nuevo a la cama caminando a su lado, agarrándole para que no pueda golpearse contra ningún mueble u obstáculo y llegue con éxito al lugar en el que duerme.
Eliminar objetos para evitar accidentes
Cuando un hijo es sonámbulo de forma habitual, es mejor prevenir que curar a la hora de prevenir accidentes.
Un niño que parece que está despierto porque se mueve, camina y habla puede golpearse sin querer con algún objeto que sobresalga en los muebles, lo que podría desembocar en un accidente doméstico. También es conveniente quitar de la vista todo aquello que pudiera tirarse sin querer en el proceso de sonambulismo.
Cuidado con puertas y ventanas
Para continuar con la seguridad cuando un niño es sonámbulo, lo más importante es tratar de evitar episodios que podrían acabar en desgracia, como ventanas que están abiertas o son sencillas de abrir, así como puertas que dan a la calle y que no están cerradas con llave.
Los niños sonámbulos no tienen concepción del peligro y no ven ante sus ojos lo que podría desembocar en un accidente, por lo que es necesario adelantarse a los acontecimientos.